Las cosas por su nombre
Por Ramón Alfonso Sallard
La frase, de autor desconocido, ha sido recurrente en la biografía política de Manlio Fabio Beltrones. Paradójicamente, también la ha utilizado en algún momento de su etapa como opositor el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. No es el único refrán en el que ambos personajes, tan disímiles, coinciden. ¿Quién no recuerda este otro?: “el poder marea a los inteligentes y vuelve locos a los tontos”. Tampoco es extraño que tengan referentes comunes, pues son contemporáneos.
Pero hay una cuenta pendiente entre ambos que es difícil de superar, evadir o ignorar. Los principales involucrados terminaron en la cárcel y el autor intelectual ha preferido permanecer fuera del país. Incluso tramitó y obtuvo la nacionalidad española, para evitar una eventual extradición a México. Desde luego, no querría ir a prisión, como le ocurrió a Rosario Robles, a quien alguna vez le colocó, de manera simbólica, la banda presidencial que él ostentó. Esta es la historia resumida:
El 7 de abril de 2005, hace casi 19 años, culminó en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión el proceso de desafuero del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, fundamentado en uno de los expedientes legales más truculentos de la historia del país.
Como el propio afectado lo señaló anteriormente, y tal como quedó documentado en fechas posteriores de manera fehaciente, el desafuero de AMLO fue producto de una confabulación política en la que participaron los titulares de los tres poderes de la Unión, a fin de eliminar de la boleta electoral de 2006 al actual jefe de Estado y de Gobierno. El complot fue dirigido desde las sombras por el expresidente Carlos Salinas de Gortari, tal como lo confesó el empresario Carlos Ahumada en su libro “Derecho de réplica”.
El desafuero no fue el primer capítulo del complot contra AMLO ni el último. Todo empezó con los video escándalos. Como la PGR se desistió finalmente de la acusación que dio lugar al juicio de procedencia en la Cámara de Diputados, López Obrador sí apareció en la boleta. Sin embargo, la campaña negra en su contra y la adulteración de resultados electorales evitó que ganara la presidencia de la República aquella vez.
Aunque ese capítulo de la historia reciente del país es bastante conocido, los detalles y los nombres suelen diluirse en la memoria. Los analistas destacan la participación de cuatro o cinco personajes como Vicente Fox, presidente de la República; Mariano Azuela Güitrón, presidente de la SCJN; Rafael Macedo de la Concha, procurador general de la República; Diego Fernández de Cevallos, abogado litigante y excandidato presidencial del PAN en 1994; y Roberto Madrazo Pintado, exgobernador de Tabasco y presidente del PRI en esa época, pero muy pocos recuerdan quién condujo la sesión de la Cámara de Diputados en la que se aprobó por 360 votos a favor (del PRI y del PAN), 127 en contra y dos abstenciones, el desafuero del jefe de Gobierno capitalino.
El nombre de aquel líder parlamentario es Manlio Fabio Beltrones.
No se trata de una omisión involuntaria de académicos y periodistas, sino de un olvido cultivado por el personaje en cuestión, pues si la trama completa hubiese sido ya revelada –incluido el contexto de lo ocurrido, los personajes que participaron y los beneficios que éstos obtuvieron–, muy probablemente Beltrones no aspiraría a regresar al Senado, como ocurre en la actualidad, para sustituir en el mismo cargo y encargo a su hija Sylvana.
Beltrones fue, ha sido y continúa siendo un eficaz operador del salinismo, entendido este como una corriente política vigente, pero también como un complejo entramado de negocios e intereses. Si Manlio operó para Carlos el desafuero de AMLO en la Cámara de Diputados, ¿qué fue lo que obtuvo el expresidente a cambio? Casi nada: la libertad de su hermano Raúl y la recuperación de bienes robados al erario, entre ellos una cuenta en Suiza con más de 100 millones de dólares a nombre de un alias, cuyo falso pasaporte fue tramitado por Beltrones.
Raúl Salinas de Gortari fue exonerado y liberado el 14 de junio de 2005 –apenas dos meses después del desafuero de AMLO–, tras permanecer 10 años en prisión, acusado y sentenciado previamente como autor intelectual del asesinato de su excuñado José Francisco Ruiz Massieu, ejecutado a tiros por un sicario de origen tamaulipeco en la Ciudad de México el 28 de septiembre de 1994, cuando éste se desempeñaba como secretario general del PRI.
Raúl había sido encarcelado en febrero de 1995, tres meses después del fin de la presidencia de su hermano Carlos. Recibió sentencia de 50 años de prisión por parte del juez de su causa penal; posteriormente, otro juez le redujo la sentencia a 27 años y medio. Finalmente, y de manera sorpresiva, en junio de 2005 un tribunal colegiado de circuito determinó que no había suficientes elementos para demostrar su participación en el homicidio y ordenó su liberación inmediata.
¿Qué futuro le depara a Beltrones? Quizá parte de ese misterio quede finalmente desvelado en el próximo libro de AMLO, cuya circulación y venta al público está programada para la segunda mitad de febrero. El discurso de López Obrador en la Cámara de Diputados, el 7 de abril de 2005, ofrece una pista:
“Ustedes ya recibieron la orden […] y van a actuar por consigna, aunque se hagan llamar representantes populares […] Estoy seguro que la mayoría de ustedes votará a favor del desafuero sin medir las consecuencias de sus actos […] Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia […]”