La reciente y trágica muerte de Liam Payne, exintegrante de One Direction, ha dejado a familiares, amigos y fans devastados. El cantante falleció el 16 de octubre a los 31 años tras caer de un tercer piso de un hotel en Argentina, donde había viajado para reunirse con Niall Horan.

Recientes informes sugieren que, en el momento de su fallecimiento, se encontraron restos de alcohol y diversas sustancias en su habitación, lo que apunta a una posible intoxicación. Según fuentes cercanas, el consumo de Liam había empeorado en las semanas previas a su muerte, lo que llevó a sus amigos a planear una intervención para ayudarlo.

“Estaban muy preocupados por él, ya que enfrentaba problemas personales y dificultades en su carrera musical, lo que lo llevó a una fuerte recaída”, comentó una fuente al diario británico “The Sun”. Sus amigos se sentían desgarrados al verlo en esa situación, pero no sabían cómo llevar a cabo la intervención.

A pesar de los esfuerzos por convencerlo de buscar ayuda profesional, Liam se mostraba reacio y, en ocasiones, irritado por la insistencia de sus amigos. “El día de su muerte actuaba de forma rara y errática. Uno de sus amigos sugirió nuevamente que buscara ayuda, pero eso pareció empeorar su estado de ánimo”, agregó la fuente.

Desde la separación de One Direction en 2016, la carrera de Liam había estado llena de altibajos. A pesar de sus esfuerzos por lanzarse como solista, su vida personal estuvo marcada por luchas contra la adicción y problemas de salud mental, de los cuales habló abiertamente en varias ocasiones.

Las investigaciones sobre su muerte siguen en curso, y la fiscalía ha confirmado que aún se espera un informe toxicológico.

Por Redaccion

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