El bullicio del tráfico, el zumbido constante del aire acondicionado, el estruendo de las máquinas en una fábrica, los murmullos de conversaciones, el taladrar persistente de la construcción de un edificio; todos estos sonidos contribuyen a la contaminación sonora.
Aunque estos ruidos son una presencia constante en el entorno urbano y a menudo pasan desapercibidos debido a nuestra adaptación, tienen efectos significativos en la salud. Desde problemas cardiovasculares hasta ansiedad y estrés, la contaminación sonora ejerce su impacto de manera física y psicofísica.
En conversación con Portal Universidad, Esteban Lombera, Ingeniero en Sonido y docente en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, comentó que la contaminación sonora “es un contaminante ambiental que afecta físicamente a la sociedad. Puede originarse tanto en fuentes móviles, como un vehículo, como en fuentes físicas, como un aire acondicionado instalado en una terraza”.
Para medir esta contaminación, se emplea un instrumento denominado decibelímetro o sonómetro. Lombera explicó: “el ruido es un fenómeno físico y se pueden medir diferentes aspectos, siendo el decibelio la unidad logarítmica utilizada para cuantificar estos valores, dado el amplio rango de medida del ruido” y agregó; “este equipo nos permite medir en diversas frecuencias, identificando los niveles que provienen de cada fuente, ya sea de sonidos agudos o graves”.