Desde 2019, un pequeño poblado cerca de Nogales, Santa Cruz, se ha convertido en el corazón de la producción de la icónica calabaza de Halloween, un elemento esencial para las celebraciones de esta festividad. A pesar de la creencia común de que estos productos son importados, en realidad, se cosechan localmente en Sonora, lo que ha llevado a un aumento en su popularidad entre agricultores y consumidores.
La cosecha de calabaza pumpkin comenzó con una hectárea de terreno y, gracias a la creciente demanda, se expandió rápidamente a cinco y luego a 30 hectáreas en los años siguientes. Sin embargo, este año, la superficie cultivada se ha reducido a 10.5 hectáreas, reflejando la necesidad de adaptarse a las condiciones del mercado.
Andrés Pompa Sainz, administrador de Santa Cruz Farms, destacó que, inicialmente, toda la producción se destinaba a Estados Unidos. Sin embargo, este año se ha optado por comercializar localmente a través de una distribuidora, lo que ha permitido que los consumidores nacionales disfruten de este producto fresco y local.
El clima de Santa Cruz es ideal para el cultivo de la calabaza, con temperaturas más frescas y un ambiente adecuado que favorece su crecimiento durante los aproximadamente tres meses de cultivo. Actualmente, la calabaza de Halloween solo se produce en Sonora y Chihuahua, consolidando a esta región como un importante productor nacional.