Las cosas por su nombre
Por Ramón Alfonso Sallard
La idea de que la circunstancia moldea al ser humano –noción que marca toda la obra de José Ortega y Gasset–, aparece por primera vez en el libro de su autoría Meditaciones del Quijote, publicado en 1914. La frase exacta es la siguiente: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”
El filósofo español utiliza esta expresión para argumentar que el yo no es una entidad fija, sino que está en constante cambio. Según esta visión, el yo es producto de la interacción entre la persona y su circunstancia; en consecuencia, si el individuo es consciente de esta situación y de su yo cambiante, esta conciencia contribuye a la creación de su propio destino.
¿Tiene consciencia Xóchitl de su yo y de su circunstancia? ¿Puede salvar su circunstancia y, consecuentemente, salvar su aspiración presidencial? En los últimos días, la derecha mediática ha tratado de moldear la percepción de una Xóchitl 2.0 que ya habría dejó atrás su desastroso desempeño a partir de un insulso discurso de cierre de precampaña en el que por primera vez no hizo el oso. Según estas voces, la panista estaría ya en condiciones de competir con Claudia, la lejana puntera.
Para Ortega y Gasset, circunstancia es todo lo que rodea a la persona, incluyendo su tiempo, su lugar, sus relaciones y sus experiencias. Así, ésta no puede escapar de su circunstancia, pero sí puede elegir cómo interactuar con ella. Dice el filósofo: “El hombre (y la mujer, si aplicamos el criterio de género) rinde el máximum de su capacidad cuando adquiere la plena conciencia de sus circunstancias. Por ellas comunica con el universo”.
No parece ser el caso de Xóchitl. En su interacción con los potenciales votantes no ha mostrado sustancia ni densidad política. Tampoco ha representado problema alguno para su contrincante. Por si fuera poco, los partidos que la postulan arrastran el mayor descrédito en la historia de México, como consecuencia de su actuación abusiva y corrupta cuando fueron gobierno. Súmele la confesión del pacto mafioso entre PAN y PRI en Coahuila revelado por Marko Cortés. Es lógico el alto nivel de negativos en el haber de la panista hidalguense que registran todos los estudios de opinión que se han hecho.
Según Ortega y Gasset, las decisiones y/o actuaciones de un ser humano están condicionadas por factores sobre los que no tiene dominio, aunque puede llegar a manejarlos, controlarlos y quizá superarlos si adquiere consciencia de su circunstancia.
Pero Xóchitl no puede o no sabe cómo manejar las circunstancias que la rodean. Ayer, por ejemplo, apareció de la mano del cuestionado Marko Cortés en Guanajuato, defendiendo la indefendible política de seguridad pública del gobierno panista de aquella entidad. Así, es muy complicado que su campaña de un giro, como sus adláteres dicen que está sucediendo.
La mercadotecnia política puede vender personas como si fueran jabones, pero no hace milagros. ¿Quién, en su sano juicio, compraría una Coca Cola con un ratón adentro? Las golondrinas mediáticas que acompañan el resurgimiento de la versión Xóchitl 2.0 no hacen verano. Se requiere mucho más que el trisar de estas aves.
Ayer, los cierres de precampaña de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez fueron de alto contraste: la primera mostró solidez conceptual en su exposición, mientras que la segunda exhibió de nueva cuenta ligereza de ideas; es decir, pensamiento científico riguroso y metódico, versus pensamiento mágico plagado de lugares comunes y falacias. Según observo, la distancia entre una y otra es, más o menos, la que media entre un libro de física cuántica y otro de autoayuda con la fórmula infalible del éxito.
Si la contienda presidencial sigue por el mismo rumbo, es probable que el resultado final se asemeje al registrado en 1982, cuando Miguel de la Madrid obtuvo el 70.96% de los votos; Pablo Emilio Madero, del PAN, 15.69%; Arnoldo Martínez Verdugo, del PSUM, 3.49; Ignacio González Gollaz, del PDM, 1.84%; Rosario Ibarra de Piedra, del PRT, 1.77%; Cándido Díaz Cerecedo, del PST, 1.45%; y Manuel Sánchez Moreno, del PSD, 0.21%.
A mi juicio, los comicios presidenciales de 2024 son los menos competitivos desde 1976. Ese año, el PAN no presentó candidato por un conflicto interno. El Partido Comunista Mexicano postuló a Valentín Campa, pero su nombre no apareció en la boleta porque la agrupación carecía de registro. El renglón de votos nulos o por candidatos no registrados fue de 6.5%. José López Portillo, del PRI, ganó con el 97.3% de los votos.