Las cosas por su nombre
Por Ramón Alfonso Sallard
La primera reflexión que Aristóteles hacía con los jóvenes griegos admitidos en su escuela era: “¡Oh, amigos, no hay ningún amigo!”. Nietzsche, a su vez, hablaba de los amigos fantasmas de la siguiente forma: “Cuando nos trasformamos fuertemente, nuestros amigos que no han cambiado se convierten en fantasmas de nuestro propio pasado: el sonido de sus voces nos llega de manera horriblemente espectral, como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes, más duros, menos maduros”. En política, el tema de la amistad es todavía más complejo. Usualmente prevalece la distinción entre amigo y enemigo formulada por Carl Schmitt. Esta distinción no se basa en criterios morales o ideológicos, sino en la existencia de un conflicto real o potencial que amenaza la existencia de un grupo o comunidad. Julien Freund, quien retomó y desarrolló el planteamiento amigo-enemigo de Schmitt, precisó que el campo de origen y aplicación de la política es el antagonismo. Su función consiste en agregar y defender a los amigos y desagregar y combatir a los enemigos. En el primer caso, la referencia más clara son las listas de candidatos de la 4T a diversos cargos de elección: ¡cuántos han sido agregados! En el segundo caso se puede ejemplificar con la disputa pública entre AMLO y Ricardo Salinas Pliego, quien ha sido desagregado de los afectos presidenciales y en breve habrá de combatírsele por todos los medios posibles, hasta que pague lo que debe al fisco. La soberbia del oligarca lo ha transformado de un enemigo potencial en uno real. Por eso ya no encuentra cómo salirse del conflicto sin mostrar sus pies de barro. ¿Zacatito p’al conejo? En la columna de ayer señalaba la improbable amistad entre un izquierdista como AMLO y un fascista como Salinas Pliego. Pero el dilema no es tan sencillo o fácil de clarificar. La amistad, desde la perspectiva del pensamiento complejo desarrollado por Edgar Morin, se configura como una experiencia humana basada en la comprensión y el afecto. Sus principales características son la reciprocidad, la complementariedad, la dialogicidad, la confianza y la evolución. En ese marco teórico y metodológico se intenta comprender la realidad como un tejido de relaciones interdependientes, donde lo simple y lo complejo se interconectan. Así, la reciprocidad se entiende como una relación de ida y vuelta, donde se da y se recibe mutuamente. Esto no implica que el intercambio sea equivalente, sino, más bien, que el flujo de afecto, apoyo y comprensión es constante. La complementariedad significa que los amigos aportan a la relación diferentes perspectivas, experiencias y habilidades. Esta diversidad permite un crecimiento personal y mutuo. El concepto dialogicidad ex explica como “los amigos dialogan, comparten ideas, sentimientos y experiencias”. La comunicación, pilar fundamental de la amistad, construye espacios de confianza y respeto. La confianza, a su vez, es un elemento esencial: permite que los amigos se sientan seguros y confiados al compartir sus emociones, ideas y pensamientos, pues saben que habrá comprensión, aunque no se compartan las premisas. Finalmente está la evolución. En otras palabras, la amistad es un proceso dinámico que evoluciona con el tiempo. Las experiencias compartidas, los cambios personales y las circunstancias de la vida pueden influir en la relación, pero si existe amistad verdadera la esencia prevalece. Claramente no parece ser el caso, por lo menos ya no, entre el presidente de la República y el oligarca Ricardo Salinas Pliego. El psicoanálisis ofrece una mirada profunda a la psique humana y a las relaciones que establecemos con los demás. Desde esta perspectiva, la amistad se configura como una experiencia compleja donde se entremezclan la transferencia, la contratransferencia, la sublimación, el narcisismo y la identificación. De acuerdo con Sigmund Freud, la amistad nos permite elaborar conflictos internos, construir relaciones sanas y crecer como personas. ¿Cómo operan la transferencia y la contratransferencia? La amistad implica la transferencia de sentimientos y emociones hacia el amigo, reviviendo experiencias y relaciones tempranas con figuras significativas. El amigo también experimenta una contratransferencia, reaccionando a los sentimientos y emociones que le proyecta el otro. En cuanto a la sublimación, la amistad permite sublimar impulsos inconscientes, canalizando la energía sexual y agresiva hacia una relación socialmente aceptada. Por lo que toca al narcisismo, la amistad puede satisfacer necesidades narcisistas, brindando reconocimiento, afecto y apoyo al ego. Finalmente está la identificación. Es decir, en la amistad se produce una identificación con el amigo, adoptando sus valores, ideas y comportamientos. De nuevo, no parece ser el caso, por lo menos ya no, entre el presidente de la República y el oligarca Ricardo Salinas Pliego. Por el contrario, la relación entre ambos ha transitado hacia la distinción entre amigo y enemigo formulada por Carl Schmitt. El magnate de medios rompió la unidad política con su negativa a pagar lo que debe y con su intento de extorsión pública a AMLO. No existe ya el enemigo común que los cohesionaba, tampoco comparten identidad de causa ni mucho menos de propósitos. Salinas Pliego declaró la guerra mediática contra AMLO desde el año pasado. Su nivel de agresión se ha incrementado desde entonces, al punto de que ayer el presidente lo retó públicamente de nuevo a presentar las pruebas de sus dichos. La guerra, según Schmitt, es la forma más extrema de la política. Dicho de otro modo: es la continuación de la política por otros medios. Para el teórico alemán, la guerra es un fenómeno inevitable. Por ello, su preparación es una condición necesaria para la paz. ¿En que etapa se encuentra la conflagración mediática? No hay que perder de vista que un Estado soberano es aquel que tiene la capacidad de defenderse de sus enemigos y de mantener el orden interno, utilizando incluso medidas de excepción en situaciones de emergencia. Schmitt argumenta que la capacidad de declarar la excepción es un elemento esencial de la soberanía. Vayamos ahora a Julien Freund, filósofo e historiador francés, que amplió la distinción amigo-enemigo de Carl Schmitt, introduciendo nuevos elementos para comprender mejor la dinámica de la política. Analizó diferentes tipos de enemigos y puso especial énfasis en la dimensión cultural y simbólica de la política. De manera sintética, los enemigos que identificó son los siguientes: A. El enemigo imaginario. Es un enemigo ficticio creado para cohesionar a un grupo o para justificar acciones políticas. B. El enemigo potencial. Es aquel que no representa una amenaza inmediata, pero que podría serlo en el futuro. C. El enemigo relativo. Es aquel con el que se mantiene una relación de conflicto, pero que no es una amenaza total. D. El enemigo real. Se refiere a un grupo o individuo que representa una amenaza tangible para la existencia o intereses vitales de otro grupo. E. El enemigo absoluto. Es aquel que representa una amenaza total y contra el que se libra una lucha sin cuartel. Es fácil identificar qué tipo de enemigo es Ricardo Salinas Pliego. Él también lo sabe. Sin embargo, como habrá continuidad, ya solicitó zacatito p’al conejo. Quizá hasta termine en España, a donde se han trasladado Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Pero cuidado: no vaya a ser que en lugar de ir a jugar golf con los expresidentes se le coloque en una celda contigua a la de Eduardo Fernández, ex director de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores durante el gobierno de Ernesto Zedillo. El exfuncionario se encuentra actualmente preso en Madrid a la espera de su extradición a México. Televisa lo acusa de intento de extorsión. Algo similar a lo que el oligarca ha intentado hacer con el presidente.